El argumento de autoridad es una falacia lógica conocida como argumento ad verecundiam, que consiste en aceptar una declaración como válida únicamente porque ha sido expresada por alguien con credibilidad o prestigio. Esta falacia también se conoce como magister dixit, y fue utilizada en la filosofía escolástica de la Edad Media para defender afirmaciones como verdaderas debido a la autoridad de un obispo, papa o Aristóteles.
Las características principales del argumento de autoridad son:
- Inprocedencia: cuando se cita una autoridad que no tiene conocimientos en el tema tratado.
- Inexactitud: cuando la autoridad citada no afirma lo que se le atribuye en la cita.
- Irrelevancia: cuando lo informado no es importante para la discusión en cuestión.
- Carencia de fundamentación: cuando la autoridad aludida no ha dado razones o no ha mostrado evidencias para sostener su opinión.
A pesar de ser considerada una falacia lógica, hay ocasiones en las que es sensato aceptar argumentos de autoridad, como cuando una institución autorizada o un experto apoya una postura remitiéndose a pruebas, estudios o razonamientos objetivos.
¿Qué es el argumento de autoridad?
El argumento de autoridad, también conocido como ad verecundiam, es una falacia lógica que se refiere a la aceptación acrítica de una declaración debido a la credibilidad o prestigio de su emisor. Esta falacia ha sido utilizada en diversas ocasiones para justificar opiniones o afirmaciones sin ofrecer pruebas ni razones sólidas.
Características del argumento de autoridad

La falacia ad verecundiam se caracteriza por el uso inadecuado de la autoridad como prueba de validez. A continuación, se presentan algunas de las características más relevantes de esta falacia:
- Inprocedencia: El argumento se basa en una autoridad que no tiene conocimientos o experiencia en el tema específico.
- Inexactitud: La cita atribuye una opinión diferente a la real expresada por la autoridad.
Es importante destacar que existen situaciones donde resulta apropiado aceptar opiniones de expertos, siempre y cuando se fundamenten en pruebas o razonamientos objetivos.
Características del argumento de autoridad
El argumento de autoridad, también conocido como la falacia ad verecundiam, es un tipo de razonamiento que se basa en aceptar una declaración como válida únicamente porque ha sido expresada por alguien con credibilidad o prestigio. Esta falacia no solo afecta a la filosofía escolástica medieval, sino que también tiene implicaciones en el mundo actual.
Inprocedencia y carencia de fundamentación: cuando se cita una autoridad sin verificar sus conocimientos sobre el tema tratado. En este caso, el argumento de autoridad carece de valor lógico y puede resultar engañoso. Además, la falta de fundamentación de la opinión expuesta por la autoridad citada hace que el razonamiento no sea válido.
Inexactitud e irrelevancia: cuando se cita a una autoridad sin reflejar con precisión sus opiniones o palabras originales, o incluso cuando el tema tratado no es relevante para la discusión en cuestión. En estos casos, el argumento de autoridad pierde su valor y puede resultar ser poco fiable.
La aceptación sensata del argumento de autoridad: a pesar de considerarse una falacia lógica, hay ocasiones en las que es sensato aceptar argumentos de autoridad. Por ejemplo, cuando una institución autorizada o un experto apoya una postura remitiéndose a pruebas, estudios o razonamientos objetivos.
Ejemplos de argumentos de autoridad
Aunque el argumento de autoridad es considerado una falacia lógica, hay situaciones en las que aceptar su validez no implica caer en esta trampa. Uno de los ejemplos más comunes se refiere a la falta de conocimientos en el tema tratado. Por ejemplo, un político puede citar a un economista para justificar una decisión sobre la política fiscal, pero si este último no posee conocimientos en ese ámbito, su opinión carece de credibilidad.
Otro ejemplo es cuando se cita a alguien que no ha expresado exactamente lo mismo. Por ejemplo, si se afirma que Einstein dijo algo acerca del cosmos y luego se revela que la declaración real fue diferente, el argumento de autoridad pierde validez. Esto ocurre con frecuencia en retórica y política, donde las declaraciones ajenas son manipuladas para sustentar una postura.
Un ejemplo más interesante es cuando lo informado no es relevante para la discusión. Por ejemplo, si se cita a un experto médico sobre el efecto que tienen las meditaciones guiadas en la salud mental de los niños y luego se revela que su especialidad es cardiología, su opinión carece de validez.
Finalmente, otro ejemplo es cuando lo informado no está respaldado por razones objetivas. Por ejemplo, si un psicólogo afirma que hay una relación entre la ingestión de azúcar y el aumento de agresividad, pero no proporciona evidencia científica o estudios para sustentar esa afirmación, su opinión carece de credibilidad.
En algunos casos, sin embargo, es razonable aceptar argumentos de autoridad. Por ejemplo, cuando una institución autorizada o un experto respaldan una postura remitiéndose a pruebas, estudios o razones objetivas.
La falacia ad verecundiam en la historia
En la filosofía escolástica de la Edad Media, el argumento de autoridad se utilizó ampliamente para defender afirmaciones como verdaderas debido a la autoridad de un obispo o papa. Este razonamiento, conocido como falacia ad verecundiam, consiste en aceptar una declaración como válida únicamente porque ha sido expresada por alguien con credibilidad o prestigio.
La influencia de Aristóteles: La utilización de la falacia ad verecundiam se remonta a la época de Aristóteles, quien se convirtió en un filósofo y científico paradigmático. Su obra influyó en la filosofía escolástica medieval y, posteriormente, en el pensamiento moderno. Sin embargo, su autoridad también fue utilizada para justificar opiniones que no siempre estaban respaldadas por pruebas o razonamientos objetivos.
Durante la Inquisición española, el poder de los obispos y papas se utilizó para imponer creencias religiosas y suprimir ideas consideradas herejías. En este contexto, el argumento de autoridad se convirtió en un instrumento utilizado para silenciar a los disidentes y mantener el control eclesiástico.
Evolución del concepto: A lo largo de la historia, el concepto de argumento de autoridad ha evolucionado. En la época moderna, se ha reconocido que la autoridad no es un sustituto de la razón y la evidencia. La ciencia y la investigación han llevado a una mayor comprensión del mundo natural y de las instituciones humanas. A pesar de esto, el argumento de autoridad sigue siendo utilizado en muchos contextos.
Argumento de autoridad versus razonamiento lógico

El argumento de autoridad, también conocido como ad verecundiam, es una falacia lógica que se emplea para justificar opiniones o afirmaciones sin proporcionar razones sólidas. Esta estrategia consiste en citar la opinión de un experto, figura influyente o institución reconocida como prueba de su validez. Aunque puede ser persuasiva y atractiva, esta táctica se basa en una falacia que debilita el proceso del razonamiento lógico.
Características del argumento de autoridad

El argumento de autoridad se caracteriza por su falta de fundamento racional. Se trata de un tipo de razonamiento no deductivo, donde la conclusión se basa únicamente en la credibilidad o prestigio de quien la emite. Por lo tanto, no se establece una conexión lógica entre los hechos o razones presentadas y la afirmación a defender. Esta falacia es particularmente peligrosa cuando se cita un experto que no tiene conocimientos relevantes en el tema tratado (inprocedencia).
Cómo identificar y evitar la falacia ad verecundiam
La falacia ad verecundiam, también conocida como magister dixit, es una forma común de razonar que consiste en aceptar una afirmación como verdadera simplemente porque ha sido expresada por alguien con credibilidad o prestigio. Aunque puede ser convincente, esta falacia lógica tiene sus raíces en la filosofía escolástica medieval, donde se utilizaba para defender las ideas de obispos y papas.
La clave para identificar una falacia ad verecundiam está en analizar cuidadosamente la fuente citada. Una de las características principales de esta falacia es que se cita a una autoridad que no tiene conocimientos o experiencia relevante en el tema tratado. Por ejemplo, un político que afirma que un medicamento es seguro para tratar una enfermedad sin basarse en evidencia científica alguna.
En la práctica, hay ocasiones en las que es aceptable confiar en la autoridad de alguien. Esto ocurre cuando se remite a pruebas o estudios objetivos y no se trata simplemente de una opinión personal. Un ejemplo podría ser el diagnóstico de un profesional médico especializado, basado en su formación y experiencia en el campo.
Algunos expertos también destacan que la falacia ad verecundiam puede manifestarse en diferentes formas, como cuando se cita a alguien simplemente porque es famoso o influyente, sin considerar si realmente entiende del tema. O cuando se basa únicamente en la posición social de alguien para aceptar sus afirmaciones.
Conclusión

Aunque la falacia ad verecundiam no puede ser utilizada como un argumento lógico sólido, hay ocasiones en las que es sensato aceptar declaraciones de autoridad. Esto ocurre cuando una institución reconocida o un experto apoya una postura remitiéndose a pruebas, estudios u otras fuentes objetivas.
En el arte de la argumentación, es importante distinguir entre argumentos basados en la autoridad y aquellos que descansan en razonamientos lógicos. La aceptación ciega de declaraciones de autoridades puede llevar a conclusiones incorrectas o engañosas, lo que socava el pensamiento crítico y la capacidad para evaluar información de manera objetiva.
Aunque el argumento de autoridad no es una falacia en todos los casos, es fundamental mantener un enfoque crítico al evaluar las declaraciones de expertos o instituciones. Esto nos permite separar la paja del trigo y distinguir entre argumentos sólidos y aquellos que dependen únicamente de la credibilidad de su proponente.
Al final, el objetivo del pensamiento lógico es evaluar información en función de sus méritos y no merced a la autoridad de quien la expresa. Al aplicar un enfoque crítico, podemos llegar a conclusiones más precisas y fundamentadas, lo que nos permite tomar decisiones informadas y no caer en el error de seguir cualquier declaración sin cuestionarla.
En última instancia, es fundamental desarrollar una mentalidad cética para evaluar información de manera independiente y no confiar únicamente en la autoridad de los demás. Al hacerlo, podemos aumentar nuestra capacidad para tomar decisiones informadas y navegar con éxito por un mundo lleno de información en constante evolución.